En el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, están poniendo a punto un robot versátil capaz de deslizarse por terrenos hasta ahora inaccesibles para los robots exploradores comunes y de inspeccionarlos a fondo y cartografiarlos, todo ello de manera plenamente autónoma, sin intervención humana en tiempo real.
Los creadores de este robot autónomo autopropulsado, llamado EELS (por las siglas en inglés de Exobiology Extant Life Surveyor), lo diseñaron teniendo en mente los planes de buscar señales de vida en el océano que se esconde bajo la corteza helada de la luna Encélado de Saturno. Para explorar dicho mar, el robot al que se le encargue la misión deberá descender por estrechos respiraderos ubicados en la superficie y de los cuales brotan géiseres que llegan hasta el espacio.
Aunque las pruebas y el desarrollo continúan, el robot ya ha demostrado ser altamente adaptable, hasta el punto de que podrá ser aprovechado para explorar terrenos muy diversos, en astros como la Luna y también en la Tierra. Algunos de estos tipos de terreno son arenales, campos de hielo, paredes de acantilados, cráteres demasiado escarpados para los rovers robóticos, tubos de lava subterráneos y espacios laberínticos dentro de glaciares.
“Tiene la capacidad de ir a lugares donde otros robots no pueden ir. Aunque algunos robots son mejores en un tipo concreto de terreno u otro, la idea con el EELS es la capacidad de explorarlos todos “, explica Matthew Robinson, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) y miembro del equipo de investigación y desarrollo del EELS.
El equipo comenzó a construir el primer prototipo en 2019 y ha ido haciendo continuas modificaciones de diseño. Desde el año pasado, estos robotistas han estado realizando pruebas de campo mensuales y perfeccionando tanto el hardware como el software que permite al EELS operar de forma autónoma. En su forma actual, bautizada como EELS 1.0, el robot pesa unos 100 kilogramos y mide 4 metros de largo. Está compuesto por 10 segmentos idénticos con un relieve comparable al de un tornillo y la capacidad de rotar, que le dotan de tracción y agarre.
El robot ha sido puesto a prueba en superficies de arena, de nieve y de hielo.